Mucho más que una cara bonita: la modelo y activista Bethann Hardison, pionera revolucionaria de la moda, repasa su trayectoria y arroja luz sobre un capítulo poco conocido de la lucha por la diversidad racial.

Noviembre de 1973, Palacio de Versalles. Más que un edificio histórico, un símbolo de la opulencia francesa. Una gala benéfica ‘enfrenta’ a diseñadores franceses y estadounidenses, esto es, a la realeza de la alta costura contra la audacia descarada del nuevo mundo. De las 36 modelos que Estados Unidos invitó a desfilar, 10 eran negras, una cifra sin precedentes en la industria. Entre ellas estaba Bethann Hardison. El desfile fue un éxito fulgurante, y Hardison sintió que se había colado una grieta de luz en un sistema pétreo. Este es un autorretrato de una inconformista de la moda, que cree en la fuerza de la comunidad y se niega al olvido de las huellas históricas de las mujeres negras. La activista de Brooklyn se asocia con Frédéric Tcheng (Valentino: The Last Emperor; The Eye Has to Travel; Dior and I) para codirigir un documental emocionante y energizante que narra —junto a Robin Givhan, Naomi Campbell o Iman— su legendaria carrera como modelo y sus esfuerzos por combatir la discriminación en el sector.

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