Los diamantes son una industria billonaria pero, ¿y si se tratase de un castillo de naipes fabricado por el marketing? Una denuncia exhaustiva (con humor) donde nada es lo que parece.

¿Quién y qué determina el valor que le damos a un diamante? Se nos ha dicho que es escasísimo y especial. La publicidad, siempre tan hábil, nos ha vendido un sueño asociado al amor, a la tradición, a lo exclusivo. Sin embargo, las gemas sintéticas —de aspecto irreprochable— están acabando con su estatus. Nos adentramos en el laberinto de una industria opaca, y lo que aprendemos desmonta la idea que teníamos de esta piedra preciosa. ¿Sabremos distinguir lo auténtico de lo falso? Después de escuchar las entrevistas a ejecutivos, subastadores, gemólogos, diseñadores y científicos, concluimos que quizá estemos ante una de las mentiras más hermosas jamás contadas.