De pequeño, a Kyle Westphal le gustaba refugiarse del mundo debajo de una manta. Sólo ahí, bajo un trozo de tela, encontraba cierto sosiego. El diagnóstico no llegó hasta que cumplió seis años: Kylie estaba dentro del espectro autista. Eran otros tiempos y sus padres temían que Kylie nunca llegara a conectar realmente con el mundo real. Fue entonces cuando se embarcaron en un proceso de aceptación difícil, intenso y radical para la época que poco a poco abrió a Kylie al mundo exterior. Esta tierna historia de superación, llena de momentos emocionantes, la cuenta una versión adulta del propio Kyle, hoy convertido en un exitoso diseñador de moda con un don especial para el dibujo, el detalle y las texturas y una memoria fotográfica privilegiada que le hace pronunciar frases como «Oh, esto me recuerda a la colección Primavera-Verano de Versace de 1996» todo el rato.