La extraordinaria vida de un maestro de la fotografía callejera, con una mirada humanista y fiel a las idiosincrasias de la vida neoyorquina, y muy especialmente de Coney Island.
El joven Harold documentaba todos los lugares que le fascinaban: las pandillas de amigos chulitos de Coney Island, los ingenuos reclutas de la guerra de Corea, los ‘cats’ del bebop en los clubs de jazz o los universitarios hippies de Vermont. Unas décadas tan duras como apasionantes, fijadas para siempre en su blanco y negro de 35mm. Cuando contaba con 19 años, Edward Steichen compró una de sus fotografías para el archivo del MoMA. Precursor del street style, Feinstein quedaba hipnotizado ante los alardes de estilo y cuidado del atuendo. En su obra se lee una profunda reverencia por la vida espontánea, el movimiento en las calles, las minúsculas celebraciones del día a día.